martes, enero 31, 2006

Autoinvitación (al meme que anda por ahí)

Cítricos: los carga el diablo
Cinco extravagancias con la comida:

No comer melocotones. Me encanta su sabor pero es que no puedo con la piel, en cuanto la toco, ¡me pica el bigote! Menos mal que existen las nectarinas...

Tengo una teoría sobre las mandarinas: creo a pies juntillas que tomar muchas (seguidas) hace que te pegue un subidón y te vuelvas un poco loco -a mí me ha pasado-. Eso explicaría por qué en Valencia hay tantos crímenes extraños...

Más teorías bizarras sobre la comida y lo que engorda (no fiarse!):
- Tomar un café después de comer adelgaza.
- Los caramelos no engordan porque son azúcar muy condensada. Y como el azúcar limpio sólo tiene 16 caloooooorías en cada terróoooooooon...
- La cerveza no engorda, al menos si se sobrepasa cierta cantidad (3-4 cañas), para que sean diuréticas.
- Los Dietorelles llevan droga. Por eso es imposible comerse sólo uno.

No comer salmón ahumado, al menos en casa. Tiene su lógica: con lo que pringa, me da mucha pereza tener que sacarlo del paquete. En los bares y restaurantes, ya colocadito, me encanta.

• Y para acabar, una historia: la de mi "alergia" a las judías. De pequeña, en una granjaescuela, le enseñé a una "amiga" cómo las judías verdes me ponían los pelos de gallina -literal- del asco que me dan. Ella fue corriendo a la profa para decierle que yo tenía alergia a las judías. ¡Y me libré de comérmelas! Pero cuando mis padres llamaron y la profa preguntó... ¡Se descubrió todo el pastel!

Y ahora le dejo el testigo a la Sra. Ash, nuestra fan más incondicional...

Fondue de queso

Una recetilla poco acalórica pero muy práctica para cuando tenemos invitados y pocas ganas de currar:

• 500g de queso Gruyère
• 300g de queso Emmental
• 2 dientes de ajo
• 2 cucharadas de harina
• 1/2 vasito de vino blanco
• 1 pizca de nuez moscada
• 1/2 cucharadita de pimienta negra
• 1 barra de pan

Preparación: Con los dientes de ajo pelados, frotar el interior de un cazo de fondue (a poder ser de cerámica, para que no se nos peque). Verter el vino y poner el cazo al fuego. Llevar a ebullición. Mientras, rallar los quesos y cortar el pan en daditos. Justo antes de que empiece a hervir, añadir el queso poco a poco removiendo con una cuchara de madera. Verter la harina sin dejar de remover. Añadir la pimienta y la nuez moscada y pasar la fondue al hornillo cuando esté todo bien mezclado.

Metemos los trocitos de pan pinchados en los palos.. ¡y a disfrutar! También podemos hacerlo con verduras (duritas, para que no se nos caigan en el cazo) como espárragos trigueros, zanahorias... Podemos cocerlas previamente un pelín para que no estén tan duras (como hacen los chinos: ¡30 segundos en agua hirviendo y listo!).

Para los más vagos: en los súper hay unos preparados con la mezcla ya lista para calentar. Está bien rica, aunque recomiendo añadirle un poquito de pimienta. Sorprendentemente, y según el embalaje, sólo tiene 200kcal/100g ¡lo que no está nada mal para ser todo queso!

Para los supervagos: en La Fondue de Tell (Calle Divino Pastor, 1) las tienen de todo tipo: carne, queso, chocolate... todo muy rico y muy divertido!

miércoles, enero 25, 2006

Restaurantes favoritos

Este post es un poco forzado, lo reconozco. Últimamente actualizamos muy poco ¡y no puede ser! Así que, un poco con la intención de que cada uno aporte sugerencias, ahí va mi lista de restaurantes favoritos de Madrid:

Furama (Paseo de la Florida, 2). Un clásico moderno. El restaurante oriental que pusieron en el c.c. Príncipe Pío es una delicia: buena comida (y muy variada), un ambiente muy guai (paredes oscurisimas y decoración mínimal) y unos precios más que razonables para un sitio tan cool. Un acierto seguro. Recomendación: ternera rebozada con jengibre. Lo sirven con una salsa macdonalds deliciosa!

Caripen (Plaza de la Marina Española, 4). Restaurante muy bizarro con dos turnos para cenar. Siempre está hasta arriba (reservar con tiempo). Con una decoración algo decadente y oscura y una ristra de camareros bastante locazas. Tienen pocos platos pero excelentemente cocinados. Recomendación: el foie a la plancha o la pasta negra.

Julián de Tolosa (Cava Baja, 18). Vale, este es un poco más caro y hay que ir con excusa. Pero por dios, si alguien no ha estado y está ávido de un buen chuletón de buey, que no pierda el tiempo, éste es su sitio. Recomendación: pues eso, el chuletón.

Pulcinella (Regueros, 7). Para mí, junto con la Taverna Siciliana (Orellana, 1), el mejor italiano de Madrid. No muy grande y oscuro, hacen la pasta como nadie. Recomendación: Gnocci al gorgonzola.

El hindú de enfrente de casa de mi hermano (Lavapiés, pues 38, supongo...). Para comer superbarato y superrico. Cualquier arroz está muy especiado y muy sabroso (¡como a mí me gusta!). Abstenerse de pedir postre, son un ladrillo.

Prada a tope (Príncipe, 11 y Cuesta de San Vicente, 32). Estos señores de León (son una cadena) traen productos de la zona del Bierzo para disfrute los que queremos embotarnos las arterias con picadillo, chorizo, morcilla... y remojarlo con vinos de la zona. Recomendación: revuelto de huevos con picadillo. ¡Un clásico!

Nina (Manuela Malasaña, 10). Modenno restaurante de la zona de malasaña. Comida entre mediterránea y oriental (¿fusión?) muy rica, a pesar de que a veces la sacan fría. Recomendación: el ya mítico crujiente de ciervo y el tartar de atún.

Por supuesto esto es sólo una pequeña lista... que me encantaría ir ampliando. Así que cualquier sugerencia... ¡Bienvenida sea!

Actualización 27/1/06: Un apunte que se me olvidó, los precios:
• Furama: unos 25 euros.
• Caripen: unos 30-40 euros.
• Julián: afortunadamente siempre me comido by the face. Pero unos 50, supongo.
• Pulcinella: 20-30. La Taverna Siciliana es un poco más cara, pero merece la pena.
• Hindú: 10, si llega.
• Prada a Tope: ¿20 o así?
• Nina: 25 más o menos.

Son sólo aproximados y de memoria, ¿eh?!

viernes, enero 13, 2006

Confessions Cabernet Sauvignon


A través de El Mundo me entero de lo último que me faltaba por saber de Madonna. Y no es la versión de la Terremoto, que me encanta, casi más que la original. La noticia es que la Reina Madre del Pop tendrá su propia línea de vinos Confessions. Coincidiendo con el lanzamiento de su último disco (que algunos gusta y a otros no; a mí ya me cansa), una empresa yanqui, Celebrity Cellars, ha decidido comercializar, obviamente con el beneplácito de la Ciccone (menuda es), botellitas de vino con la imagen de su nuevo LP.
Se venden exclusivamente por Internet y en edición limitada desde el pasado día 12 de enero (o sea, ayer). Las botellas tienen un aire muy sobrio y están disponibles con dos etiquetas distintas: una igualita que la portada del disco, y la otra, con su cara en plan orgasmo con colorinchis jipis. Vamos, una combinación bastante cutre, y modernilla a la vez, que hará las delicias de los fans más locas de la Mado. Dentro de las botellas podemos degustar, aunque ya sé que es lo de menos, caldos monovarietales procedentes de tierras californianas: dos tintos (Barbera, que es una variedad italiana de uva tinta, por 29 dólares; y Cabernet Sauvignon 2002, por 40), un blanco (Pinot Grigio, por 29) y un unwine (¿?) por 25 dólares, concretamente se trata de Premium De-Alcoholized California Red Table UnWine, que, como no sea mosto, no sé qué demonios puede ser.
Por lo visto los vinos Rolling Stones, que tienen unas etiquetas mucho más guays (todo sea dicho), han sido un gran éxito de ventas, así que no sería de extrañar que los madonnismos fueran por el mismo camino. Y es que, aunque muchos pongamos el grito en el cielo, Marilyn, Elvis o Sinatra ya hicieron sus propios vinos personalizados en su momento.
¿Os imagináis una cena con un Confessions Cabernet Sauvignon? Espero que Britney no quiera seguirle los pasos en esto también.

lunes, enero 09, 2006

Más navidad

Yo también quiero hacer mi pequeña aportación de lo que han sido estas navidades gastronómicas. En mi caso, como sigo de régimen, los excesos se han limitado a los días grandes (en los que tenía permiso total por parte de mi doctora).

Los festines comenzaron en San Sebastián, tierra de estupendo comer, con la cena de Nochebuena, donde la tía Asun había preparado los ya tradicionales jamón y foie fríos, superbuenos. De primero, creo recordar, tomamos una crema de marisco, pero no estoy segura porque últimamente estoy un poco alzeimica. Lo de las angulas, rito del que yo nunca participé por parecerme un dispendio, hace ya años que terminó. Por lo visto, debido a los exórbitantes precios causados por la compra masiva de angulas por parte de los japoneses para criarlas y venderlas como anguilas.

Al día siguiente, nos juntamos en casa de mi tía Miru, una cocinera como la copa de un pino a la altura de los archiconocidos cocineros vascos. Nos deleitó con el tradicional paté de perdiz, una crema de marisco (hipercondensada: servida en chupito, y os puedo asegurar que la ración era grande) y unas codornices rellenas de foie que no se las saltaba un gitano!

Como habréis podido apuntar, el foie es el plato estrella en la gastronomía vasca, y más en estas fechas. Así que para no saltarnos la tradición, Juli, Paco y yo nos escapamos a la hora de misa de 9,30 a ver qué había abierto por la parte vieja y tapar agujeros con algunos pintxos: por supuesto, el primero fue el foie caliente del Borda Berri, un clásico insuperable.

Seguimos con más pintxos: la txatka de mis amores no me la quitó nadie, ¡aunque corrí el riesgo de explotar! y otras (muchas) delicatessen que no recuerdo bien. En cuanquier caso, el festín que nos dimos estaba completamente fuera de lugar después de la comilona que nos habíamos metido. Esa misma noche, confirmamos nuestra teoría (y práctica) de que San Sebastián es la ciudad más cara del mundo cuando en el bar Tximista (uno bastante cutre de la plaza de la Constitución) vimos un cartel que anunciaba que, por el módico precio de 1,50 euros, te calientan el potito. ¡Qué majos!

Ya en Madrid, la Nochevieja en casa de la Elena nos trajo más crema de marisco (también deliciosa, de un sabor muy fuerte, como a mi me gusta), unos petits suisse de marisco la mar de ricos, ensalada variada y un atracón a Häagen-Dazs que me dejó tumbada!

Año Nuevo, con los suegros, supuso más marisco, más gulas, más quesito y más de tó. Porque en general mis suegros son así, como más de tó. Si no acabas con fuertes dolores de tripa, no quedan contentos. Todo muy rico, sea dicho.

Y el tradicional roscón de Reyes del día 6, fue con los tíos Anos (que suena muy mal y que no son tíos) como todos los años. La sorpresa, una gallinita de porcelana, le tocó al Juli. Por cierto que este año cambiamos de proveedor de roscón, ante los rumores de que el del Horno de San Onofre había bajado mucho, nos decidimos por el de Viena Capellanes. Muy rico y sin el agobio de las colas.

Y eso fue tó. Sorprendentemente he conseguido no coger peso (tampoco he bajado) y he disfrutado muchísimo. Además estoy aprendiendo a comer con menos ansia y a disfrutar más de lo comido. Además, lo más guai de todo, fue siempre la compañía. ¡Y eso no engorda, enriquece!

Regalos gastronómicos:
• Yo recibí un cuchillo tartero cantarín (made in usa) y un posatazas para mantenerlas calientes a través del usb.
• Y regalé sendas cestas de comida a mi madre y mi suegro, un estuche (la mar de majo) con un champán Veuve Cliquot a mi tía Kuka y un delantal más un curso de cocina (un especial Nuevas Tapas en el Alambique) a Paco.

¡Puf! ¡qué alivio que ya se acabaron las navidades!

jueves, enero 05, 2006

Comidas y cenas de Navidad

¡Ya vienen los Reyes... por el arenal! Por fin llega mejor fiesta de todas las Navidades: los Reyes. Para mí es la mejor por muchas razones... pero la principal es porque, a pesar de los años que uno tenga, se sigue manteniendo la magia. Y es que uno no deja de tener ese resquicio de ilusión cuando se levanta el 6 de enero (por muy tarde que sea) y acude a ver los zapatos, a ver si los Reyes han dejado algún detallito.

Otra de las maravillas de este día es el Roscón. Es el mejor (sí, el mejor) postre de todo el año. En mi casa sólo se come el día 6 o la víspera y, al ser tan excepcional, se disfruta mucho más (no como en otros sitios donde comienzan a zampárselo en noviembre y ya a estas alturas no les apetece nada). Los puristas lo prefieren sin relleno. Yo me lo como sin y con, aunque me decanto por los que tienen un poquito de nata. Me encanta el olor del bollo, aromatizado con agua de azahar, y las costras que forman en la superficie las almendras, el azúcar y las frutas confitadas.

Y es que la protagonista indiscutible de las Navidades, y cada año más, es la gastronomía. Nadie puede negar que lo que más une en estos días son las mesas: ya sea para juntarte con la familia, los amigos o los compañeros de trabajo. Por eso, la entrada de hoy va dedicada a mis comidas y cenas navideñas (aunque no lo parezca por el rollo que os he echado antes con los Reyes Magos).

1.- Nochebuena y Navidad. Este año lo hemos celebrado en casa quince personas (dieciséis si contamos con la niña que viene en camino), pero el menú no ha cambiado lo más mínimo. La tradicional ensaladilla de mi tía, los canapés de salmón y patés, los embutidos (menudo jamón) y el marisco (las gambas, langostinos, carabineros y nécoras) fueron los entrantes. Para los segundos platos las opciones fueron diversas: merluza a la vasca (mi opción para comer en Navidad), entrecot, chuletas de cordero o cordero asado (esta fue mi opción para cenar en Nochebuena, acompañado de una riquísima lombarda). De postre, lo típico: turrones, mazapanes, pan de Cádiz, frutos secos y frutas escarchadas.

2.- Nochevieja y Año Nuevo. También lo hemos celebrado en casa, pero este año en petit comité. Mis padres, mi hermana y mi abuela. En esta ocasión el segundo plato en Nochevieja era cochinillo... ¡mmmmmmm! ¡A mi madre le salió delicioso!

3.- Comida Navideña en Casa Manolo: reunión de amigos previa a la jarana festiva. En este restaurante castizo donde los haya, al ladito del Congreso de los Diputados, puedes disfrutar por no mucho dinero de platos tradicionales castellanos y madrileños. Como dicen que son lo mejor de la casa, no pudimos resistirnos a pedir croquetas (muy ricas), pero, por supuesto, no les faltaron acompañantes: tortilla con salsa de tinta de calamar, chipirones rellenos, ensalada de pimientos y bonito, revuelto de morcilla, setas empanadas... En los segundos platos triunfaron los callos y las codornices estofadas, todo ello regado con un tinto de la tierra (D.O. Vinos de Madrid). Por cierto, yo me decanté por las codornices, que estaban exquisitas. De postre, una tarta casera de melocotón y mazapán que estaba correcta, pero que no mataba. Lástima, hubiera sido el colofón perfecto para una comida excelente.

4.- Reunión de amigos en Cre-cotte. Entre Navidad y Nochevieja aún hubo tiempo de una cena más, en esta ocasión en una agradable crepería de Chueca (calle Colmenares), que por lo visto tiene otras franquicias en Madrid, Santiago y Gijón. Mi crepe estaba aceptable, aunque he de reconocer que tampoco me apasionan mucho estos inventos. De postre, elegí el helado con dulce de leche... ¡mmmmmm!

5.- Cena pre-Fin de Año en Gumbo. Un amigo me llevó a cenar a este pequeño restaurante de la calle Pez donde puedes disfrutar de la cocina tradicional de Nueva Orléans, pero reinterpretada a los usos y gustos de hoy. Mi atún ennegrecido estilo cajún estaba de morirse. De postre pedí brownie de frambuesa, pero no me convenció. Sin embargo, la tarta de manteca de cacahuete de mi acompañante estaba riquísima. Por cierto, ayer puse el canal cocina y descubro que hay un nuevo programa que se llama 'Nueva cocina de Nueva Orléans' o algo así... ¡y resulta que lo lleva el mismo tío de Gumbo! ¡El mismo que nos atendió! ¡Y nosotros sin saber que nos atendía el chef y una estrella mediática! La verdad es que fue muy majo.

6.- Y para terminar, una reunión informal con Meri, Iván y Paco en La Gata Flora. ¡Donde hubo sitio! Aquí se comen unas pizzas bastante ricas, aunque me gustan más las de la argentina de enfrente, que nunca tiene sitio en su local (no me extraña). La anécdota estuvo en el postre. Y es que la coña entre algunos de mis amigos está en que sólo me gustan los postres 'de viejos', dicen ellos. Es decir, todos esos tradicionales y superempalagosos... que he de reconocer que me encantan. De entre la carta, elegí el puding de nueces (ver imagen), que hacía mucho que no lo comía. La risa general estalló cuando la camarera dijo: "hace por lo menos 3 años que nadie lo pide". ¡Pues estaba que quitaba el hipo!


El objeto del deseo