viernes, agosto 18, 2006

Gastronomía portuguesa


Lisboa, las playas atlánticas, el encanto de la gente y, bueno, la comida, han hecho que este año decidiéramos ir de vacaciones a Portugal. Fuimos en dos tandas así que las impresiones gastronómicas distan bastante. Espero que Mario puntualice mis comentarios.

No era mi primera visita y he vuelto con la misma sensación que la anterior vez: en Portugal (o Lisboa al menos) se vive y come fenomenal. En las dos breves visitas he constatado cuáles son los pilares de la gastronomía lisboeta: los queijos, los peixes y la cerveja. Bueno, en realidad, el vinho verde es más propio de la zona, pero nosotros somos fieles amantes de la cebada y no nos cambiamos así como así.

En Lisboa, cuando te sientas a comer en algún sitio, para empezar te ponen un dispensão que viene a ser una especie de tapa normalmente compuesta por queso y pan con mantequilla. A veces también incluye algún paté de atún o alguna otra delicia. Como bien advierten los camareros "no es obligatorio comérselo", porque si no te lo comes no te lo cobran. Pero, amigos, a ver quién es el guapo que no se rinde ante estos manjares cuando se ha sentado a una mesa muerto de hambre.

La mantequilla es mantequilla con sal (normalmente marca Mimosa), una mundana delicatessen que soy incapaz de no probar. ¿Y los quejos? La mayoría de los queijos portugueses no tienen D.O. pero no desmerecen en nada: estos días hemos probado seudoidiazábales, seudotetillas y seudomanchegos curados, siempre buenísimos y siempre gracias a ese invento que es el dispensão.

Los peixes son otros indispensables si viajas por estos lares. La mayoría están hechos a la parrilla (grilhada) y sacando lo mejor de cada sabor. Yo me reencontré con las sardinhas, un pescado que nunca me ha hecho ninguna gracia y que sin embargo, allí, apetece a todas horas (entre otras cosas porque las hueles por las calles). El bacalhau es otro clásico básico de la zona: lo cocinan de mil maneras distintas!

Y na, el vinho verde nos pareció un poco timo la verdad. Como un Ribeiro un poco aguado (me perdonen los que sepan de esto y les parezca digo barbaridades). Más rico (¡y barato! aunque el vinho verde en restaurante cuesta en torno a 6 euros -baratísimo!-) nos pareció el vinho a pressão: vino tirado de grifo a ¡sólo! 2 euros la jarra. Tremendo.

Sin embargo, la cerveja fue la gran estrella de estos días: en Portugal tu corazón se divide entre la Sagres y la Super Bock. Nosotros, que somos unos clásicos, nos decantamos más por la segunda, que es muy parecida a la Mahou. Pero vamos, que si te traían una Sagres, pues ni tan mal.

Y en general eso fue todo. También probamos un churrasco de carne (supuestamente para dos personas, pero vamos, que de ahí comía toda una familia opusiana). Y como somos un poco garrulos, pues también nos dimos al McDonald's, a los kebabs y a un japo. Por cierto que en este último descubrí un té buenísimo que sabe como a campo. Yo pedí un té verde, pero claramente no lo era. Ahora me asaltan las dudas. ¿Sería té de arroz? ¡Vamos a tener que investigar!