Bares: la arrocería de la calle Segovia
Hace tiempo que no recomendamos ningún bar... no es que los hayamos dejado, qué va! es sólo que con el cambio de hogar y demás estamos aún investigando la nueva zona.
Uno de los primeros que descubrimos nada más mudarnos (juraría que el mismo día de la mudanza nos recompensamos el esfuerzo con una cañita brava allí), fue la arrocería de la calle Segovia, que ni sabemos cómo se llama (está a la altura del número 11), pero que nos encanta.
Está entre el Viaducto y Puerta Cerrada, subiendo por la cuesta en el lado derecho. Pues bien, tiene una terracita donde sirven comidas (arroces) y que suele estar llena de guiris. Vale, eso echa para atrás. Pero resulta que si entras dentro tienen una barra muy maja con un camarero más majo aún: Antonio.
Obviamente, es un sitio familiar (el parecido entre los camareros es asombroso, una mezcla entre Pepe Viyuela y Javier Cámara en Torrente). Y parece pequeño, pero no lo es: en la trasera tiene varios salones muy grandes que deben ser ocupados hordas de guiris y/o -esto lo hemos comprobado- despedidas de solteros.
Pero ojo, no hay que asustarse. El bar, al menos la barra, está fenomenal. Vamos a lo que nos interesa: la caña y la tapa. Siempre -repito, siempre- ponen tapa. Y normalmente en este orden:
• 1ª ronda: chorizo y morcilla de calabaza, una rodaja con pan de cada una para cada comensal.
• 2ª: Jamón, con un chorrete de aceite y a veces alguna especia. El de ayer, de Guijuelo, estaba espectacular.
• 3ª: Cabrales. Esto puede echar pa atrás a más de uno, pero si te gusta, lo disfrutas que no veas. Además, siempre hay alguien que lo dona. ;D
• 4ª: Croquetas. En esta ronda puede haber mosqueo, porque tarda en salir. Pero Antonio siempre avisa "no os preocupéis, estoy calentando la tapa". Es más, creo que las fríen en el momento.
• 5ª: Si llegamos a esta ronda hay premio especial, ¡porque normalmente invita la casa!
A parte, si tenemos más hambre, ponen unas estupendas tostas bien cargaditas... El restaurante no lo hemos probado, pero seguro que no defrauda... Vamos, un lugar totalmente recomendable. Sin los agobios propios de la Latina y con un trato excepcional. Todavía no hemos encontrado uno mejor.
PD: Antonio me conquistó el primer día cuando, ya con la segunda ronda, me puso una servilletita doblada bajo la caña a modo de posavasos, tal y como hago yo siempre.
¡Dios, cómo se fija este hombre! ¡qué arte!
Uno de los primeros que descubrimos nada más mudarnos (juraría que el mismo día de la mudanza nos recompensamos el esfuerzo con una cañita brava allí), fue la arrocería de la calle Segovia, que ni sabemos cómo se llama (está a la altura del número 11), pero que nos encanta.
Está entre el Viaducto y Puerta Cerrada, subiendo por la cuesta en el lado derecho. Pues bien, tiene una terracita donde sirven comidas (arroces) y que suele estar llena de guiris. Vale, eso echa para atrás. Pero resulta que si entras dentro tienen una barra muy maja con un camarero más majo aún: Antonio.
Obviamente, es un sitio familiar (el parecido entre los camareros es asombroso, una mezcla entre Pepe Viyuela y Javier Cámara en Torrente). Y parece pequeño, pero no lo es: en la trasera tiene varios salones muy grandes que deben ser ocupados hordas de guiris y/o -esto lo hemos comprobado- despedidas de solteros.
Pero ojo, no hay que asustarse. El bar, al menos la barra, está fenomenal. Vamos a lo que nos interesa: la caña y la tapa. Siempre -repito, siempre- ponen tapa. Y normalmente en este orden:
• 1ª ronda: chorizo y morcilla de calabaza, una rodaja con pan de cada una para cada comensal.
• 2ª: Jamón, con un chorrete de aceite y a veces alguna especia. El de ayer, de Guijuelo, estaba espectacular.
• 3ª: Cabrales. Esto puede echar pa atrás a más de uno, pero si te gusta, lo disfrutas que no veas. Además, siempre hay alguien que lo dona. ;D
• 4ª: Croquetas. En esta ronda puede haber mosqueo, porque tarda en salir. Pero Antonio siempre avisa "no os preocupéis, estoy calentando la tapa". Es más, creo que las fríen en el momento.
• 5ª: Si llegamos a esta ronda hay premio especial, ¡porque normalmente invita la casa!
A parte, si tenemos más hambre, ponen unas estupendas tostas bien cargaditas... El restaurante no lo hemos probado, pero seguro que no defrauda... Vamos, un lugar totalmente recomendable. Sin los agobios propios de la Latina y con un trato excepcional. Todavía no hemos encontrado uno mejor.
PD: Antonio me conquistó el primer día cuando, ya con la segunda ronda, me puso una servilletita doblada bajo la caña a modo de posavasos, tal y como hago yo siempre.
¡Dios, cómo se fija este hombre! ¡qué arte!