lunes, marzo 13, 2006

Barcelona, ciudad para zampar

Como muchos de vosotros ya sabéis, la semana pasada estuve en Barcelona por Alimentaria 2006, la feria de alimentación más importante que hay en España, y segunda del mundo, seguida de una que hacen en Alemania. La experiencia que supone estar presente en un evento así de gigante se resume en una sola palabra: cansancio. Y es que cubrir este monstruo en dos días no sólo es imposible, también pelín frustrante porque te pierdes muchas cosas.

A pesar de ello, tuve el placer casi místico de disfrutar de las clases magistrales de Ferran Adrià y Charlie Trotter en el espacio BCN Vanguardia, degustar todo tipo de productos (cacahuetes picantes, granizado de capuccino, baklava árabe, empanadillas de carne argentina) y pasearme por los miles de stands que se reparten entre los recintos de Gran Vía y Montjuic. También me dio tiempo a perderme por una luminosa, y también lluviosa, Barcelona, una ciudad que me gusta cada vez más, a pesar de que es un completo desastre de infraestructuras y comunicaciones (¡y luego dicen de las obras de Madrid! ¡vayan a Barcelona, vayan!).

Una vez allí, no pude dejar pasar la oportunidad de darme un paseo por la Boquería, que tiene la fama de ser el mayor y mejor mercado de Europa. Claro, con estas expectativas, uno se espera muchísimo. Y afortunadamente no fue así: se trata de solamente de un mercado, ni más ni menos. Con la diferencia del género que encuentras: de una variedad enorme, muy fresco, casi exuberante. Además, yo nunca había visto un mercado con un puesto exclusivamente dedicado a los plátanos, por ejemplo, u otro donde sólo hay bacalao, o los que sólo tienen fruta seca o frutas escarchadas.

El caso es que, a pesar de que fui a eso de las cinco de la tarde y había muchos puestos aún cerrados, disfruté de la famosísima Boquería en todo su esplendor, gracias a las delicias que había expuestas, al típico gentío de los mercados, a las alegres dependientas (la mayoría, por cierto, de origen sudamericano) y al solecito que se filtraba por las entradas. Para mí los puestos más interesantes eran los de frutas y verduras, donde te podías encontrar con una variedad increíble: desde frutas exóticas alucinantes hasta zumos frescos pasando por todo tipo de hortalizas, incluyendo los típicos calçots, que ahora están de temporada. En las marisquerías pude ver estupendas navajas, erizos y cañaillas... Incluso todo tipo de chocolates y dulces en puestos de bombonería a granel. Vamos, que no paré de babear... Y lo peor es que iba cargado como una mula y no tenía demasiado tiempo, así que no pude comprar nada. Desde luego, una visita ineludible si vas a Barcelona. Topicazo al canto, pero también gran verdad: un auténtico placer para los sentidos.

Respecto al apartado restaurantes, Valentín eligió para el sábado noche un local muy agradable y acogedor, Silenus, muy cerca del Macba. Aunque es un poquito caro y la carta no es muy amplia, todo está bueno, buenísimo. Para empezar compartimos un pulpo con puré de patata delicioso (aunque decepcionante en cuanto a cantidad) y, como segundo, mi compi se fue a por el foie y yo elegí un atún rojo marcado con una compota de frutas que quitaba el sentido. De postre, la tarta de chocolate no me sedujo mucho, pero sí el tatín de peras que eligió mi acompañante, que estaba de rechupete. La gracieta de la noche fue el maridaje: ¡incluso tomamos oporto con el postre! ¡Sí, sí, muy de viejas!

Y para cenar el lunes, Rodri seleccionó 99,9% Orígens, un restaurante muy chiquitito que está en la zona del Borne. El sitio es pequeñito, pero acogedor, y le acompaña una tienda delicatessen con todo tipo de productos de la tierra. A mí el xató me vuelve loco (supongo que lo sabéis, pero por si aca, es una ensalada con escarola, aceitunas, anchoas y bacalao con un aliño super rico de tomate, pimiento, ñora, frutos secos, pimentón, aceite y vinagre), así que fue el plato que más disfruté, junto con la coca de balacao, pero también hubo trinxat (que es repollo y patata cocidito, y rehogado con ajo y panceta), guiso de jabalí, calamares rellenos... Lo mejor de este sitio es el precio: te pones hasta el culo por poco dinero. Las raciones son pequeñas, pero, aún así, pidiendo un montón de comida y vino, te sale a menos de 20 euros por barba. Lo peor el servicio, que pasan un poco de ti, y la música, que tienen una variedad de cinco canciones seudo lounge moderniqui, que repiten hasta la extenuación. ¡Menos mal que la charlita y la comida nos impidieron darnos mucha cuenta de este detalle!

6 Comments:

Blogger tintaplana said...

vaya repaso!
jo q ganas tengo de descubrir sitios nuevos, aquí o fuera...
menos mal q has dado explicaciones, ni idea de nada de la gastronomía catalana! (supongo q será por chovinismo vasco...)

12:42 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

¡Que envidia! :-(

2:58 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Casi meto un comment en plan "la próxima vez que vengas a bcn has de avisar" y todas esas cosas.

De O a A hay muy poca diferencia y yo soy muy despistado.

En cualquier caso, Mario zampando fortísimo y yo haciendo el insano por la noche. Qué mal me lo monto...

3:57 p. m.  
Blogger Mario said...

dr. gonzo... yo también salí por la noche... hay tiempo para todo! Comer, beber y rascar... todo es empezar ;-)

4:19 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Bien hecho, buen hombre!

Por dónde anduvo?

7:17 p. m.  
Blogger tintaplana said...

Yo nunca he acabado de cogerle el truquillo del todo a Bcn, y menos en lo gastronómico, así q me encantaría hacer una visitilla guiada por vosotros, para disfrutarla tanto como Mario, q siempre viene encantado!

10:22 a. m.  

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